15/1/15

Beto y Enrique en El Salvador


Era principios del 2000 cuando "Beto" conoció a "Enrique", fue en un bar de características físicas singularmente precarias, ubicado en el sótano de un centro comercial en San Salvador. Ahí, en medio de la música de las Jeans y uno que otro "streeper", comenzaron su historia que a la fecha cuenta con catorce años, en los cuales la vida los ha llevado a altos y bajos pero con una sola constante, el amor.

Cuando la madre de Enrique cayó en un grave estado de salud, coincidió con una también grave crisis de pareja con Beto, no se trata de un drama, no señor, se trata de algo que a cualquier pareja le puede ocurrir cuando la rutina, el tiempo o el exceso de seguridad hacen que se entre en un descuido terrible sobre aquel amor que se supone es la constante en los ires y venires de la vida en pareja. Sin embargo, a iniciativa de Enrique ambos acudieron a una solución, no hablo de que resolvieron separarse para aventurarse con otro(s), hablo de que acudieron a un especialista que les guió de alguna manera a, por lo menos, entender las razones por las cuales se había llegado a esa crisis. El remedio mágico no existe, solo la misma constante de siempre, amor.

Al cabo de esos catorce años, Beto y Enrique gozan de una relativa aceptación de quienes les rodean, cuando digo relativo no menosprecio la aceptación de familiares o amigos cercanos, sino que me refiero a la timidez con la que en El Salvador, esta pareja puede expresarse su amor al no poder al menos tomarse de la mano cuando, en público, uno necesita sentir la presencia del otro. Es una impotencia a la que nadie debería estar sometido. En cambio en la intimidad, cuando en su residencia, cerrada y desconocida a los ojos de la sociedad salvadoreña, esta pareja comparte esa compañía, esa complicidad y ese apoyo incondicional que les convierte innegablemente en una pareja sentimental en todo el sentido de la palabra, nadie tiene porqué condenarles.

La Asamblea Legislativa salvadoreña, de nuevo ha puesto sobre la mesa de discusión la definición constitucional del matrimonio entre un hombre y una mujer así nacidos, así declaró la diputada Alejandrina Castro alegando que "lo que busca es defender a la familia salvadoreña y los valores que como sociedad se practican en El Salvador". Partiendo de esto, hay dos puntos que es preciso aclarar:
  1. Según el DRAE*, familia tiene una diversidad de acepciones, entre ellas que es un "conjunto de personas que tienen alguna condición, opinión o tendencia común". El concepto familia no puede estrecharse tan ortodoxamente en un país donde, según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2011 (EHPM) del 25% de la población que corresponde a los jefes de hogar, solo el 15.5% de la población son sus cónyuges, el 9.5% restante (la tercera parte) son hombres o mujeres que, sin compartir su vida con alguien más, llevan las riendas del hogar, junto a sus hijos (42%), parientes (16.5%), domésticas u otros (1%). La abanderada familia salvadoreña definitivamente no se compone necesariamente de: papá, mamá, hijos y el "chucho".
  2. Siempre partiendo del DRAE*, desde su acepción filosófica, un valor es una "cualidad que poseen algunas realidades, consideradas bienes, por lo cual son estimables. Los valores tienen polaridad en cuanto son positivos o negativos, y jerarquía en cuanto son superiores o inferiores". En esta oportunidad, los valores a los que refiere la diputada no son más que un término para engañar a sus adeptos, en realidad un valor no se puede practicar pues se trata de una propiedad de los objetos o de las acciones, que como se dijo antes, puede ser positivo o negativo. No se dejen engañar por terminologías mal mercadeadas.
De ratificar la reforma constitucional en El Salvador, Beto y Enrique no tendrán la posibilidad de ser reconocidos jurídicamente como la pareja que son en la realidad, y consecuentemente, la relativa aceptación de la que gozan actualmente será cada vez más minimizada en el plano moral. Es posible que en 30 o 40 años, alguno de ellos muera y no habrá manera de que el "viudo" pueda reclamar pensión o seguro social al que, con justa razón, debería tener acceso.

A manera de conclusión, si se trata de poner valor positivo a nuestras acciones como seres humanos (infiero que es de lo que habla la diputada en cuestión) los criterios deberían de ser: justicia, equidad, solidaridad, comprensión; muy alejados de los que se perciben en su discurso: intolerancia, exclusión, ignorancia y odio.

Nota: Beto y Enrique son nombres ficticios utilizados para este relato basado en una historia real. La imagen de esta entrada es la portada de la edición del 8 de julio de 2013 de la revista The New Yorker, en donde conviertieron a la famosa pareja de Plaza Sésamo en un ícono gay, tras la nueva situación del matrimonio homosexual en Nueva York.

(*) Diccionario de la Real Academia de La Lengua Española (DRAE)

3/1/15

A la derecha o a la izquierda.


Francia, 1789, la Assemblée nationale constituante, surgida a partir de la revolución, discutía la propuesta de un artículo de la nueva Constitución en la que se establecía el veto absoluto del rey ante las leyes aprobadas por la futura Asamblea Legislativa, un veto proporciona poder ilimitado para parar cambios, pero no para adoptarlos; así los diputados que estaban a favor de la propuesta manteniendo el poder absoluto del monarca se situaron a la derecha del presidente de la Asamblea. Los que estaban en contra, y defendían que el rey tuviera derecho solo al veto suspensivo y limitado en el tiempo poniendo la soberanía nacional sobre la autoridad real, se situaron a la izquierda del presidente. Así el término "izquierda" quedó asociado al cambio político y social mientras que "derecha" se asoció a los que se oponían a dichos cambios.

Durante 100 años, la Revolución hizo que la organización política de Francia oscilara entre república, imperio y monarquía constitucional, finalmente el pensamiento de "Los de la izquierda" acabó con el feudalismo dando paso a un nuevo régimen en el que la burguesía, apoyada por las masas populares, se convirtió en la nueva clase dominante francesa. Según la historiografía clásica, la Revolución francesa marcó el inicio de la Edad Contemporánea sentando las bases de lo que actualmente conocemos como democracia, abrió nuevos horizontes políticos y dada la influencia europea sobre Latinoamérica, este es el sistema que adoptamos luego de la independencia. Sin la existencia del pensamiento de izquierda, probablemente seríamos gobernados por algun tipo de monarquía.

Han pasado 225 años desde que se creó la terminología de "izquierdas" y "derechas" y se mantiene en la actualidad haciendo referencia a aquel hecho histórico. La izquierda latinoamericana que surge a partir de la Revolución cubana en 1959 en un contexto diferente a la Francia del medioevo, básicamente provocó la caía de una dictadura militar poniendo por encima un sistema que promueve el bienestar social y la liberación popular frente a la clase dominante (la llamada "burguesía" en la Revolución francesa), esta organización política, pese a que lamentablemente reprime ciertas libertades individuales en función de la libertad social, ha servido de modelo para varios movimientos de izquierdas en Latinoamérica, con las variaciones propias de cada localidad.

Nadie se sentó a la izquierda o a la derecha de nadie, solo es un término más que imitamos de las culturas dominantes a nivel internacional. Pero "izquierda" o no, en la historia han existido corrientes de pensamiento que han sido capaces de detectar fallas hacia la humanidad, errores históricos en donde ha prevalecido el interés individual sobre el bienestar colectivo y en muchas ocasiones ha llegado a condiciones precarias que no pueden dejarse de lado y mucho menos responsabilizar al individuo sobre sus propia pobreza económica, cognoscitiva o psicosocial, es simplemente inhumano.

Hablar de "izquierdas" o "derechas" a las puertas del 2015 me resulta explicable pero no justificable cuando de analizar la historia se trata, no es posible que el mundo se guíe por "lados" políticos en lugar de pensamientos, no es posible que la herencia de la Revolucion francesa sea los nombres "izquierda" y "derecha" cuando existen filosofías de vida mucho más importantes, asociadas a esta terminologia. El punto es comprender a qué se refieren estas filosofías, a qué se refiere ser de "izquierda" o de "derecha" el punto es comprender si nuestra noción de vida tiene relación mayor con la individualidad o con la colectividad, el punto es entender de qué lado de la historia queremos estar.

En mi posición, aclaro que es algo muy personal, prefiero pensar que soy un hombre progresista. Estoy en contra completamente de las posiciones tradicionales o aquellas estáticas en las que no hay otra visión más que la que prevalece en el momento; prefiero pensar -como ocurrió en la Revolución francesa- que existimos un grupo de pensantes que vemos más allá de lo que la sociedad establece como correcto en este momento porque estoy seguro de que nada está escrito, y que el destino de la humanidad es algo que se forjará en la medida en que esta adquiera los conocimientos que la lleven al verdadero progreso, o bien a una segura extinción. En miles de años probablemente.

Ser progresista en una sociedad que históricamente ha sido tan conservadora, como es el caso de El Salvador, es posible que me encasille en el título de "izquierdas" pero eso no significa que sea "comunista" o "socialista" en el mejor de los casos, tampoco "democrático" o "social-demócrata" para los más diplomáticos. Simplemente creo en la evolución humana, pienso que el ser humano está en el deber natural de no permanecer en el mismo lugar durante su existencia. Pienso que el mundo puede ser mejor, a la derecha o a la izquierda.

Nota: la imagen de esta entrada no pertenece al autor de este blog.