2/6/12

Un ejemplo a seguir.


El trasladar la cotidianidad hacia un contexto distinto de lo habitual ha sido lo que permitió, en esta vacación, aprender mucho más de la diversión. Una ciudad que luego de trece años ha conseguido cambios notorios en cuanto a mentalidad y cultura popular, la cual se expresa a través de la apertura de espacios públicos en los que la convivencia entre los seres humanos es la actividad principal.

En palabras de mi tía (ciudadana estadounidense residente en NYC) "Nueva York sufrió de un drástico cambio de actitud entre las personas". Durante los atentados del 9/11, los neoyorquinos se vieron envueltos en una impotencia ante esta catástrofe, que movió a muchos a ser solidarios con el sufrimiento de los menos afortunados, esto aparentemente dio pie al nacimiento de un alto sentido de tolerancia, aceptación e integración entre todo tipo de personas, actividades y creencias, lo cual ha repercutido directamente en las actividades de la ciudad. El derribo de las antiguas Twin Towers no fue un hecho aislado, gran parte de las aceras, plazas, calles en incluso algunos pequeños edificios localizados en el Downtown Manhattan se vieron soterrados en medio de polvo, cenizas y pedazos de estructura provenientes del viejo WTC, pero no se trata de una tragedia física. El mal estado en que quedó esta parte de la ciudad hizo que la industria inmobiliaria de la zona entrara en una crisis tal que hubo que evacuar a cientos de familias localizadas en los edificios circundantes a la entonces conocida "Zona Cero", la mayoría de las familias decidieron vender sus propiedades y mudarse al norte de la ciudad de Nueva York mientras que muchas empresas -por temor a ataques- deciden construir sus nuevas instalaciones en la cercana Nueva Jersey. Once años más tarde el Downtown Manhattan está en constante reconstrucción, habilitando y remodelando espacios públicos y privados que reflejan la nueva actitud neyorquina: integración ciudadana.

Nueva York es, en términos generales, un amplio espectro social con un sutil control moral de algunas acciones que se consideran denigrantes, pero que sin embargo no excluye la diversidad de la que se compone y se nutre una sociedad que busca recuperarse de la vulnerabilidad a través del espíritu solidario con la ciudad. Para quienes venimos de sociedades menos permisivas resulta dificil adaptarse a la idea de la multitud variada en los componentes del contexto social, pero con el tiempo, se llega a comprender la riqueza de la que una ciudad goza al mezclar sanamente diferentes razas, credos o religiones, orientaciones sexuales e incluso nacionalidades. Todo con el fin de abonar al desarrollo individual y colectivo de las personas.

Bajo esta perspectiva, puede comprenderse el sentido real de la remodelación de una plaza, un corredor costero o un parque natural; y también puede comprobarse esto a través de las actividades que se desarrollan en estos espacios, como son la lectura, el teatro, el cine, la música y la gastronomía. Sin duda un ejemplo a seguir para sociedades como la nuestra en la que nos vemos envueltos en un estira y encoge político que al final no logra resultados beneficiosos para nuestras ciudades.

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