3/11/11

Lluvia de muertos

Tradicionalmente se ha dicho por años que el día de los muertos siempre llueve pero en realidad no es algo tan generalizado, según datos del Servicio Nacional de Estudios Territoriales se registraron desde 2.5 hasta 21.8 milímetros de lluvia en muy pocos lugares del país. Ojalá esa hubiera sido la suerte hace un par de semanas cuando la realidad hidrológica hizo que en El Salvador hubiera una verdadera Lluvia de Muertos.


Fueron diez días en los que el país se convirtió en una enorme piscina de aproximadamente 21,000 Km.2. y con una profundidad de 1.5 metros que vino a dejar claro dos cosas:
  1. La infraestructura salvadoreña no tiene capacidad de soportar fenómenos naturales críticos.
  2. La sociedad salvadoreña no tiene la educación para resguardarse de éstos fenómenos.
El Salvador entero registró una acumulación de agua en los suelos en su mayoría arcillosos, los cuales al encontrarse saturados adquieren mayor peso y se vuelven plásticamente maleables; de esta característica proviene nuestra riqueza antigua en piezas de barro cocido así como algunos sistemas constructivos como el adobe, el bahareque y el ladrillo de arcilla. El problema de situaciones como la pasada es la ubicación de los asentamientos humanos ya que muchas pérdidas pudieron haberse evitado si se tuviera conocimiento (hablo de conocimiento consciente) de las zonas del territorio con mayor vulnerabilidad. En efecto el estado salvadoreño tiene a la mano los datos de aquellas áreas que son conocidas como "de riesgo" y esta identificación forma parte del esquema espacial de hábitat permisible según la recién aprobada Ley Nacional de Ordenamiento Territorial y en realidad no es algo técnicamente difícil de entender, si existe una quebrada que por ley pertenece al estado es porque en dicha área la construcción tiende a ser contraproducente y lo mejor es permitir los cauces naturales que drenan nuestras ciudades.



Por otro lado la construcción de vías de comunicación de alta velocidad en áreas montañosas como lo es la mayoría del territorio salvadoreño, difícilmente se logra sin alterar la topografía existente, no es extraño encontrar cortes de tierra casi verticales a lo largo del Autopista a Comalapa sabiendo que esta es una carretera de alta velocidad sin embargo existen otros tratamientos de tierra en donde el manejo de las escorrentías naturales permite disminuir el riesgo de deslaves tal como ocurre con la prolongación de la calle a Huizucar al sur de San Salvador.

La construcción de viviendas y proyectos en general es también algo inevitable para el desarrollo del país, difícilmente se logrará dar albergue a las familias si no hay una oferta viable en términos de rentabilidad y accesible a nivel de mercado sin embargo desde el 2001 en que el conjunto habitacional Las Colinas se vio enterrado en los terremotos de ese año, nos quedó a todos claro que no se puede alterar drásticamente la topografía de los terrenos, es sumamente lógico pensar que si se tiene una montaña al frente no se le debe quitar la parte inferior que hace las veces de su base ya que será muy probable que ésta se venga encima, exactamente igual que si hacemos una torre de naipes y quitamos algunos de la parte inferior.

Ejemplos como los anteriores dejan en claro que nadie puede asumir ignorancia ante este tipo de desastres, pero si podemos visualizar negligencia, falta de memoria histórica y hasta temeridad de parte de aquellos que continúan viviendo con la vida en un hilo y peor aun aquellos que se lucran de esta forma de vivir. 

Los desastres ocurridos en el país que hasta la fecha suman aproximadamente 840 millones de dólares* dejan una lección valiosa para los salvadoreños y es que no podemos continuar haciendo las cosas como hasta hoy, esta es una oportunidad para mejorar los diseños actuales y pensarlos en función de condiciones más difíciles de manejar, también para replantear los modelos financieros para los proyectos habitacionales y buscar en verdad una forma de ofrecer vivienda segura y económicamente accesible para las familias pero es también una oportunidad para que la sociedad se eduque y busque el bienestar para el país al no alojarse en zonas en que la vida esté en peligro.

Nota: Las imágenes de esta entrada no pertenecen al autor de este blog.
(*) Datos según la prensa local.

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