Uno de los valores, tal vez de carácter más humanístico, es la "Empatía" ya que prácticamente requiere de una voluntad personal en función de un bien particular, social o comunitario. La Real Academia Española define la empatía como la "capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos", esta definición compromete de una manera estricta no solo a tener voluntad social sino a percibir ese bien como para uno mismo, en otras palabras, se habla de hacer, que tanto el bien del segundo o tercero sea el bien que uno quiere para si mismo, de esta manera la empatía no es solo de carácter humanístico sino que implica un verdadero acto de nobleza de quien actúa bajo ese sentir.
El diseño arquitectónico en todos los niveles de complejidad en que se practica, requiere de sí un acto de empatía por parte del diseñador (lease arquitecto, arquitecto de interior, paisajista, urbanista, entre otros) ya que el sujeto de estudio será siempre el ser humano, pero no solo en el sentido frío de las actividades que realiza sino en cuanto a sus sentimientos, ya que el espacio, como objeto de estudio y como producto, necesariamente debe provocar sensaciones perceptibles a través de todos los sentidos y por todos los niveles socioculturales. Esto bajo mi punto de vista define a la arquitectura como una carrera meramente humanística y no como una rama afín a la ingeniería como se cree en El Salvador.
Pero se tiene un problema de raíz con la empatía y es que esa capacidad o voluntad de identificación social es una virtud que a lo largo de la historia se ha venido perdiendo, con la necesidad de subsistencia, la revolución industrial y la sociedad de consumo el concepto mismo de humanidad se ha convertido solo en objeto de mercadeo a través del cual se buscan los beneficios personales más que los sociales y en la actualidad, los seres humanos halan la pita por su lado convirtiendo el tejido social en un conjunto tenso de descontentos; por ese lado doy gracias a las religiones cristianas que dentro de sus "normas" se dice: "Ama al prójimo como a ti mismo" y aunque dogmáticamente o por temor a la ira de Dios o Satanás la feligresía intenta amar a los demás, al menos es un elemento regulador dentro de toda esta carencia de voluntad social, ojalá existan cristianos que comprendan el fondo de esta frase tan trillada, porque graciosamente me atrevería a decir que si acaso Jesús existió como lo relatan los evangelios, definitivamente fue el primer hombre socialista de la historia.
En fin, afortunadamente desde mi mundo de sueños la capacidad de identificarme con los demás es totalmente necesaria y por suerte me gusta practicarlo con el entorno que me rodea (a veces).
Nota: La imagen de esta entrada no pertenece al autor de este blog.
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