Hace unas semanas tuve la experiencia de dejar partir a su futuro a mi adorada Mariana, esa que a mis 18 años despertó un amor especial en mí hacia ella, era una bebita, seria pero siempre juguetona, traviesa de algún modo, pero sobre todo con un temple de mujer fuerte; así me dio la alegría de ser tío, "El Tío" o "El Tigi" como me llamó durante algunos años de su infancia. Partió, con ese temple, en busca de sus más grandes anhelos y desde aquí, todos en su familia y sin excepción, la hemos apoyado.
En la foto: me acompaña a mi derecha #arquiDeTobar, a mi izquierda Mariana.
Desde su preadolescencia, Mariana expresó su deseo de superación, no sabía en qué lugar pero sabía que, para lograrlo, debía prepararse, debía estudiar mucho y así lo hizo. Un día, en una de esas valiosas tardes familiares, compartíamos con unos tíos muy queridos, mi tía le dijo a Mariana: "si querés irte tenés que hacer actividades extracurriculares, esas allá las valoran mucho para becas", entonces Mariana, no bastándole con obtener buenas calificaciones, hizo el esfuerzo de realizar otras actividades que complementaran su aprendizaje y que, al mismo tiempo, abonaran a su currículo.
Durante unos años colaboró conmigo en Estudio Vida, siendo la redactora de las notas de la página web, una estrategia de comunicación en la que el despacho publicó pequeños contenidos sobre arquitectura, interiorismo, tecnología, entre otros; Mariana realizaba el trabajo de investigación y redacción cuando tenía algunos años de adolescente y fue divertido para mí ser una especie de "jefe" con ella, haciéndole algunas correcciones en la línea editorial y en la ortografía. Más tarde, tenía que hacer una pasantía en una institución pública, entiéndase no una empresa, a lo que también respondí con una propuesta: trabajar para la Unidad de Orientación y Servicio al Estudiante en la UJMD, y así lo hizo, colaboró con las orientadoras educativas y conoció los problemas a los que los estudiantes universitarios se enfrentan durante su carrera, hizo nuevas amistades (mucho mayores que ella) y sobre todo compartimos todos los días el viajecito de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, muchas pláticas, muchos consejos y sobre todo mucho cariño. Más recientemente, por razones del destino decidió colaborar en la creación de una marca y un establecimiento comercial, ni hablar, me pidió ayuda y desde luego, juntos, armamos un excelente proyecto. Debo aclarar que estas son las actividades más importantes que Mariana compartió conmigo, pero realizó muchas otras más relacionadas con una diversidad de disciplinas. Todo para alcanzar sus anhelos.
Estoy orgulloso de ella, de su valor, su emprendimiento y sobre todo sus decisiones, es una mujer que ve más allá de lo que otros pueden ver, lo que estoy seguro que hará que sus anhelos se vuelvan realidad.
¡Hasta pronto princesa!