La arquitectura de interiores, en el sentido propio de la carrera, comprende el diseño de espacios dentro de una estructura previamente concebida para interactuar con las actividades humanas. Puede también ser el criterio inicial en el diseño arquitectónico de edificios o bien la reconfiguración final de un espacio al proponerse un cambio de uso; la llamada reutilización adaptada (adaptative reuse) forma parte, en la actualidad, de las prácticas de arquitectura sostenible y busca reutilizar las estructuras existentes a través del rediseño. Peyorativamente, en El Salvador se ha hablado de interiorismo como la parte espacial del diseño ambiental, sin embargo la arquitectura de interiores implica un proceso por el cual el interior de los edificios es diseñado concibiendo todos los aspectos de usabilidad y habitabilidad humana dentro del espacio estructurado. Bajo esta premisa, la práctica de la arquitectura de interiores comprende el arte y la ciencia de diseñar y construir el interior de los edificios tomando en consideración las características físicas y tecnológicas relacionadas con la ocupación y el uso humano.
La ciudad, como asentamiento humano, tiende a la densificación en el uso del suelo, hoy en día ya podemos ver en San Salvador edificios que fueron concebidos para bodegas industriales y que ahora son restaurantes, residencias antiguas que se convierten en bancos y existen también edificios abandonados que no aportan nada positivo a nuestra sociedad. En cada caso, cuando la memoria colectiva valora el carácter de la ciudad en función de sus edificios, se vuelve más provechoso renovar que construir uno nuevo, aunque desde luego existen factores económicos, sociales, ambientales y mercadológicos que intervienen en el desarrollo de las ciudades, en cualquier caso la mayoría de las edificaciones que componen una ciudad solo tienen tres posibles futuros en el largo plazo:
- Que se declare mantener el edificio sin alteraciones, manejando únicamente y de manera oculta, su actualización tecnológica, accesibilidad y estabilización estructural.
- Que se abandone hasta quedar en ruinas o bien que se demuela para dar paso a un nuevo edificio.
- Que se rediseñe y modifique para dar cabida a un nuevo uso.
Aunque la organización espacial original de un edificio es concebida por su arquitecto diseñador, históricamente se ha comprobado que, con el tiempo, puede no responder a esta organización, no necesariamente por un mal diseño sino porque las antiguas estructuras necesitan ser modificadas por diseñadores de diferentes generaciones en función de los cambios que demanda la ciudad y la sociedad. Desde este punto de vista, los edificios pueden cobrar un nuevo significado a consecuencia de la evolución humana y la dinamicidad de nuestras sociedades.
Un edificio alterado puede parecer el mismo en el exterior, pero su interior puede ser completamente diferente, por ello, el arquitecto de interiores es sensible al lugar donde se sitúa un edificio, su contexto físico-urbano-social y a las necesidades temporales de cambio de sus usuarios o propietarios. En este sentido, si un edificio se encuentra espacialmente bien estructurado, la idea arquitectónica original será la primera a considerar para determinar la nueva organización espacial dentro de esa estructura, lo demás simplemente seguirá la nueva organización. Existen diferentes grados de modificación, desde cambios necesarios para cumplir nuevas normativas locales hasta la modificación total del interior desde el mobiliario, la distribución y el tratamiento de superficies, lo cual desde todo punto de vista es una concepción totalmente nueva de la edificación. Ambas posibilidades son del dominio del arquitecto de interiores.
En resumen, si la práctica de la arquitectura tiene que ver con el arte y la ciencia de una nueva obra, entonces, la práctica de la arquitectura de interiores se ocupa de la reforma de edificios existentes para dar paso a nuevos usos.