Justo antes de cumplir 36, el tema de la adolescencia ha girado a mi alrededor, desde las manifestaciones iniciales hasta las últimas en expresarse. Sin intenciones de tener hijos he tenido que educarme acerca de las diferentes etapas de la adolescencia: puberal (9 - 13 años) nuclear (13 - 18 años) y juvenil (18 - 27 años), cada una de estas etapas presenta diferentes signos en los que predomina, en distintos niveles, la confusión, la angustia, la apatía, la ira y la tristeza. Es muy fácil observar en el adolescente dificultad para determinar sus propias respuestas (aunque las sepan), hay muy poca capacidad de expresión sobre sus necesidades y en el peor de los casos no hay quien al menos intente comprenderles, ya que la sociedad los encasilla en un concepto peyorativo de lo que esta etapa implica psicologicamente.
Según Viviana Sosman (psicóloga conferencista), esta tensión psíquica (de la psique) no es más que una articulación entre la infancia y la adultez, el adolescente se encuentra entre dos fuerzas contrarias donde en una se encuentran las atractivas bondades de la infancia (por todos conocidas) y en la otra el impulso hacia la vida adulta que es biologicamente natural en cualquier ser humano. Existe entonces una alternación entre la independencia desafiante y la dependencia infantil, lo cual dificulta en gran medida las relaciones del adolescente con su propio entorno. A criterio de un psicólogo terapeuta que consulto personalmente, la adolescencia puede llegar a prolongarse mucho más allá de los 27 años, 35, 38, 40 años o más, según las propias características de personalidad de cada quien -yo agregaría los aspectos históricos para aclarar más esta idea- lo que significa que muchas de las manifestaciones adolescentes se pueden prolongar hasta la adultez si no existe una identificación de las mismas como extemporales, es decir, impropio del tiempo en que sucede.
Existen muchas manifestaciones que la psicoterapia considera signos de alerta que deben advertirse durante esta etapa:
- Conflictos o desafíos con los padres o adultos en general
- Perturbación por la separación de los padres o por conflicto entre ellos
- Disminución significativa en el rendimiento académico
- Frecuentes arranques de ira, mal humor o cambios drásticos de ánimo: depresión o auto reproches
- Trastornos alimenticios o de sueño.
- Conductas adictivas: alcohol, drogas o sexo
- Enfermedades psicosomáticas: migraña, gastritis o colítis
A mis próximos 36 que cumpliré mañana, debo admitir que hay muchos privilegios infantiles que no he abandonado, por "dejado", por adolescente prolongado sin embargo lo importante es "dejar" este legado en el que pretendo "dejar" en manifiesto que los tengo identificados y que por mis obvios 36 busco finalmente abandonar.