Han pasado un poco más de cuarenta días después de que la iglesia católica salvadoreña ordenara la destrucción del mural que decoraba el frontis de Catedral Metropolitana y tal parece que la controversia seguirá dándonos discusión en torno a este tema que ya ha trascendido al plano jurídico y ha hecho que se comience a hablar de cultura como un ente para propiciar cambios sociales. Dado que el tema de Catedral ha sido el punto de partida de la discusión, muy pocos han querido ver el caso contrario y es que recientemente se inauguró un pequeño centro comercial llamado "L'albero Plaza" cuyo diseño arquitectónico desafía a quienes ignoran el valor del patrimonio cultural.
Por años la esquina de la avenida Jerusalen y la calle La Mascota estuvo ocupada por la galería de arte "El Árbol de Dios" de Fernando Llort que consistía en una edificación de un solo nivel que se caracterizaba por el mural que decoraba la fachada principal. Hoy en el mismo sitio se levanta L'albero Plaza atrás de la única pared conservada de la antigua construcción y que sigue decorándose con el mismo mural sin mayor intervención más que un refuerzo estructural que la asegura de una posible caída. Hasta este momento parece ser una decisión lógica, sensata, estética y legal, tal como se tenía que haber actuado con el caso de la catedral sin embargo el contexto es diferente.
En primer lugar, el crecimiento de las ciudades obedece al aumento de servicios disponibles para sus habitantes por lo que se multiplica el valor de la tierra en función de su ubicación, para el caso, el uso de este terreno había quedado subutilizado en una zona de alta plusvalía y por lo tanto no es ningún atropello densificar el suelo con proyectos de mayor explotación comercial. Por otro lado, parte del concepto del comerciante es facilitar al cliente una clara visibilidad de los productos y servicios que se venden por lo que la arquitectura del centro comercial responde mediante la apertura del espacio y la fluida circulación de usuarios a través de corredores, calles, plazas, rampas, entre otros. L'albero por el contrario interrumpe el espacio exterior que debería funcionar como transición urbana al conservar el mural y corta la continua visibilidad de la calle a los comercios, lejos de parecer una crítica, el valor que toma el edificio al conservar responsablemente parte del patrimonio cultural, aumenta desde el punto de vista comercial ya que el mural pasa a ser un punto focal ahora de interés público.
Esta decisión, a pesar de parecer un apego a la ley o algo muy lógico, representa un giro completo al concepto de comercio en nuestro país brindando ahora al patrimonio cultural una visión comercial que probablemente será la que permitirá crear identidad cultural en nuestra sociedad que por ahora mira más hacia afuera que hacia dentro.
Nota: La imagen de esta entrada pertenece a la página en Facebook de L'albero Plaza